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Sí, Cuba es un Estado fallido

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Sí, Cuba es un Estado fallido

Noviembre 28, 2021 - 08:34
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El oficialismo se empeña en denunciar que es EEUU quien pretende presentar a Cuba como un Estado fallido.

"El libreto que sigue el Gobierno de EEUU es el de tratar de mostrar a Cuba como un Estado fallido", expresó el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, el pasado miércoles 10 de noviembre, en su comparecencia ante el cuerpo diplomático acreditado en Cuba.

Entre los elementos definitorios que caracterizan a un Estado fallido, los derivados de la economía son fundamentales.

El 19 de febrero de 1959, seis días después de asumir el cargo de primer ministro, Fidel Castro anunció un programa de gobierno. "Aumentaría notablemente la producción agrícola, se duplicaría la capacidad de consumo de la población campesina y Cuba borraría su pavorosa cifra de desempleo crónico, logrando para el pueblo un nivel de vida superior al de cualquier otra nación", dijo. Para lograrlo se expropiaron las empresas extranjeras y las cubanas. Transcurridos tres años, en marzo de 1962, la ineficiencia resultante obligó a implantar la libreta de racionamiento.

En marzo de 1968, con la llamada Ofensiva Revolucionaria, la estatización alcanzó a las 55.000 micros y pequeñas empresas que habían sobrevivido; lo cual agudizó la ineficiencia en la producción y los servicios. Una situación que empeoró con el intento de producir diez millones de toneladas de azúcar en 1970, que dislocó toda la economía, sin lograr el resultado esperado. La promesa de febrero de 1959 continuó en lista de espera.

Las subvenciones soviéticas —65.000 millones de dólares en 30 años—, tres veces más de lo que recibió toda América Latina de la Alianza para el Progreso de EEUU y los millones prestados por el Club de París y países capitalistas, cayeron en saco roto.

Las reformas introducidas después de la implosión del socialismo en Europa Oriental y a partir del año 2008, no lograron reanimar la eficiencia productiva. Hoy, a 62 años de la promesa de aquel febrero de 1959, los renglones económicos en los que Cuba se había destacado hasta 1958, retrocedieron a límites impensables.

La producción de azúcar disminuyó progresivamente hasta igualar las cifras producidas en la época de la Colonia. El café descendió de 60.000 a 6.105 toneladas entre 1960 y 2014, una cifra insuficiente para cubrir la demanda, lo cual obligó a comprar café en el mercado exterior para completar el consumo nacional. Y las medidas tomadas para producir 24.000 toneladas de café en el año 2020 no dieron resultado.

La producción de carne, leche y derivados del ganado vacuno descendió al punto que desaparecieron de la dieta de los cubanos. Mientras que la disminuida oferta de carne de cerdo y sus derivados elevó los precios hasta tornarse resultado de la espiral inflacionaria.

El déficit habitacional, que según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, hasta 1959 era de más de 700.000 casas, se intentó resolver con la "batalla por la vivienda". El primer plan, de 1959 a 1970, de 32.000 viviendas anuales, promedió solo unas 11.000. Durante el segundo plan, de 1971 a 1980, de 38.000 viviendas anuales, el promedio anual fue inferior a las 17.000 viviendas. Y en 1980, con una población superior a los diez millones de habitantes, se planificó construir hasta 100.000  viviendas anuales, pero no se rebasaron las 40.000.

En 2005 se anunció que se iban a "construir y terminar no menos de 100.000 viviendas nuevas por año a partir del 2006". Este plan corrió la misma suerte de los anteriores. En 2008 se construyeron cerca de 45.000. En 2009 la cifra descendió hasta unas 34.000. En 2013 quedó por debajo de 26.000 viviendas. En 2015 se terminaron unas 30.000 y para 2016, según el informe presentado por Marino Murillo en diciembre de 2015, se preveía concluir el año con 27.480 viviendas. En lugar de su solución, el déficit habitacional se ha agudizado.

Hasta 1958 Cuba se caracterizó por la inmigración. Entre 1959 y 1965 la fuga de cubanos, por vías legales e ilegales, generó la primera gran ola migratoria por el puerto matancero de Camarioca. Cuando los viajes por mar se interrumpieron, los miles de cubanos pendientes por salir, lo hicieron mediante los llamados "vuelos de la amistad", fletados por EEUU desde el aeropuerto de Varadero. En abril de 1973, al concluir el puente aéreo, 260.000 cubanos habían abandonado el país. En 1980, en una segunda oleada masiva, emigraron otros 125.000 cubanos. En agosto de 1994, miles de habaneros escenificaron el llamado Maleconazo, dando lugar a una tercera ola migratoria que lanzó fuera de la Isla aproximadamente a 33.000.

En los últimos años, a través de los países centroamericanos, de Rusia y de cualquier país que no exija visa de entrada, otros miles de cubanos, a pesar de los grandes riesgos que enfrentan, continúan abandonando Cuba. Esa estampida comenzó antes de que EEUU promulgara la Ley de Ajuste Cubano, la política de "pies secos pies mojados" y el programa de parole para médicos cubanos. Si esas oleadas ocurrieron antes y después de esas medidas, significa que las principales causas están en otra parte.

Como colofón, según el propio Gobierno, en 2021 más de 500 empresas estatales arrojan pérdidas; los cubanos pasan la mayor parte del tiempo aglomerados en interminables colas para adquirir, a precios elevadísimos, productos básicos como alimentos, aseo y medicinas; se presentan dificultades para garantizar la leche normada para los menores de siete años; la mayoría de la familias, al reiniciarse el curso escolar, no pueden comprar un par de zapatos nuevos a sus hijos para asistir a la escuela; y en medio de la pandemia, países que ante de 1959, en la mayoría de los renglones estaban por debajo de Cuba, han donado ayuda humanitaria para paliar nuestra crisis.

Las contradicciones debidas a la falta de libertades, que durante décadas arrojaron a la cárcel y al exilio a miles de cubanos, han resurgido en las nuevas generaciones con mayor fuerza en la época de las nuevas tecnologías de la información y de las redes sociales. Esas generaciones han ido, gradualmente, tomando conciencia de la imposibilidad de seguir viviendo como hasta ahora. De las manifestaciones de protestas por cosas puntuales, se produjo un salto cualitativo con el reclamo de libertades para participar en los destinos de la nación. El Movimiento San Isidro, la concentración frente al Ministerio de Cultura, las manifestaciones del 11J y el llamamiento de la Plataforma Archipiélago para una marcha pacífica confirman una conducta cívica, en espiral, que reclama cambios profundos.

La causa: la promesa incumplida de febrero de 1959, debido a la incapacidad del modelo implantado. Los cubanos, que en su gran mayoría apoyaron el proceso revolucionario en sus inicios, hoy reclaman un nuevo consenso. Resulta imposible conservar el modelo y salvar la nación, pues el modelo, por su naturaleza, es irreformable y por tanto, insalvable.

Ese resultado, tan tétrico como real, no tiene otra calificación que la de Estado fallido.

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