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Juan Gualberto Gómez: Paladin del Asociacionismo negro

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Juan Gualberto Gómez: Paladin del Asociacionismo negro

Mayo 26, 2020 - 08:44

Juan Gualberto Gómez (1854-1933), político, periodista y brillante orador. Hijo de esclavos que compraron su libertad, lo enviaron a Francia para aprender un oficio y regresó siendo un hombre muy grande, tal como había profetizado una esclava del ingenio donde nació.

En Europa fue testigo de acontecimientos ocurridos entre 1870 y 1871: la guerra franco prusiana, la caída de Carlos Luís Bonaparte (Napoleón III), la proclamación de la III República, la rebelión de los parisinos y la Comuna de París. Allí conoció la doctrina de Carlos Marx, pero no compartió la idea de la lucha de clases.

Fue uno de los organizadores de la Guerra de Independencia, Delegado a la Convención Constituyente de 1901, Representante a la Cámara, Senador, firmante del primer gran manifiesto contra la prórroga de poderes de Gerardo Machado, Miembro de la Sociedad Económica Amigos del País, de la Academia de la Historia de Cuba y fundador de varios periódicos en la colonia y en la República.

Su firmeza ética le acompañó hasta la muerte: se opuso a la Enmienda Platt; fue encarcelado durante la Guerrita de los liberales en Agosto de 1906 contra la reelección de Tomás Estrada Palma; se opuso a las postulaciones para presidentes de José Miguel Gómez y Mario García Menocal; en 1921 se negó a entrevistarse con el General Crowder en el acorazado Minnesota, quien había sido enviado a Cuba para investigar las controvertidas elecciones de 1921. Viviendo en la pobreza en 1932 rechazó un regalo de dos mil pesos que le envió Gerardo Machado, como antes había rechazado los 12 mil pesos que le correspondían por el grado de brigadier en el Ejército.

Su actividad central fue la lucha por la igualdad entre negros y blancos, pero a diferencia de Martín Morúa Delgado, Juan Gualberto puso el acento en el asociacionismo. Ambos sostuvieron una fuerte rivalidad. Una anécdota refleja la magnitud de sus diferencias. Estando recluidos en el presidio del Príncipe se turnaban para hacer café. Un día lo hizo Morúa y al tomarlo abundantemente Juan Gualberto exclamó: “Que estupendo café”! Monteagudo, otro de los reclusos aprovechó para replicarle: “!Gracias Dios que usted encuentra bueno algo de Morúa!”. 236

Imbuido en sus experiencia de las reuniones de los clubes de trabajadores en Paris, escribió: “Cuantos derechos corresponden a la clase proletaria de Francia corresponden también a la raza negra de Cuba”.[1]

A su regreso a Cuba, en 1878, haciendo uso de las libertades implementadas por el Pacto del Zanjón, fundó el periódico La Fraternidad, creó la sociedad de instrucción y recreo El Siglo XIX y comenzó a trabajar para agrupar a todas las instituciones de negros del país; labor que se interrumpió en 1879 al ser condenado y desterrado a Ceuta.

Estando en el destierro un grupo de miembros de la sociedad de instrucción y recreo, La Caridad, creó un centro con el nombre de Directorio Central de la Raza de Color[2]. Al regresar a Cuba en 1890, Juan Gualberto reinició la tirada de La Fraternidad y la campaña entre las sociedades de color. En 1891 fue elegido para Presidente Titular del Directorio y en junio de 1992, el congreso fundacional, asumió la dirección.

Como para él la cuestión principal y de la que dependían las demás era la relación entre negros y blancos, expuso en La Fraternidad los siguientes principios:

– Ante los prejuicios raciales no admitir ninguna conducta que no sea afrontarlos y denunciados con virilidad.

– No oponer una discriminación a otra, sino unificar las fuerzas de blancos y negros contra todo tipo de discriminación.

– Las aspiraciones del negro son inseparable de las aspiraciones generales de la nacionalidad cubana, de la cual el negro formaba parte[3].

Es interesante la similitud de estos principios con los que seis décadas después enarbolara Martin Luther King en Estados Unidos.

Apoyándose en las leyes coloniales de los años 1885 y 1887, las que impedían la exclusión de los servicios por razón de raza, se logró una sentencia del Tribunal Supremo de España a favor de un cubano negro a quien se le negó el servicio en el café Las Venus, de Santiago de Cuba. Con ese resultado miles de cubanos negros comenzaron a acudir a los cafés, teatros y otros lugares públicos para reclamar un trato decoroso.

Paso a paso, enfrentando incidentes penosos y acudiendo a la ley, los negros fueron ganando espacios y facilidades antes desconocidas. Desde palcos y lunetas en teatros, hasta unas setecientas aulas de las escuelas públicas para niños blancos que se abrieron a los niños negros, pasando por la desaparición del calificativo de pardo o moreno en las cédulas personales.

De igual forma el fallo judicial del Tribunal Supremo de Justicia de España, que proclamó el derecho de los adversarios del rey Alfonso XII a realizar propaganda pacífica, Juan Gualberto lo aprovechó para divulgar las ideas de la independencia en Cuba. En La Fraternidad publicó el artículo Por qué somos separatistas, por el cual fue condenado a prisión; la sentencia recurrida y ganada, le otorgó el derecho a expresar libremente las ideas independentistas siempre que no se llamara a la violencia.

Nada más absurdo –decía– que rebelarse contra los hechos. Y el hecho histórico y presente es la separación de los negros y los blancos[4].

La razón principal de su lucha la resumió así: “Quiero borrar la mayor suma de diferencias que existan entre los negros y los blancos de Cuba, y esto lo quiero no sólo en beneficio del negro, sino también en provecho del blanco, porque mientras más duren esas diferencias, más difícil será al uno como al otro grupo étnico, revertir los caracteres esenciales que necesitan las masas que quieren constituir pueblo, y más lejano está por consiguiente el día en que blancos y negros puedan tener la seguridad de constituir una patria y una nacionalidad”.[5]

Y añadió: “Eduquemos, pues, al negro, en la propia escuela que al blanco. Elevemos el nivel social de la clase hasta ahora postergada. Téngase mayor consideración que hasta aquí al descendiente del africano. Procúrese que todas las fuerzas sociales en vez de comprimir su vuelo por los espacios del progreso, le ayuden en la forma misma en que resultan ayudados los demás elementos patrios…”[6]

No es conveniente para la paz, el progreso, la civilización, ni la libertad de Cuba, que las dos grandes razas que la pueblan vivan tan separadas como lo están en la actualidad… La desigualdad de antecedentes trae aparejada una desigualdad de posición, así como la desigualdad de las aspiraciones.[7]

Resultado de un documento redactado por él a nombre de un grupo de veteranos y sociedades de color, solicitando al Congreso la derogación de las medidas discriminatorias que impedían a los negros ocupar cargos en la República, recibió por respuesta la oferta de 80 plazas de policías y unas 20 de carteros.

La ausencia de acciones afirmativas para lograr los fines que él propugnaba desembocó en el surgimiento del Partido Independiente de Color en 1908 y en el alzamiento de 1912, del que me ocuparé en el próximo trabajo.

La Habana, 20 de mayo de 2020

[1] Hevia Lanier, Oilda. El Directorio Central de las Sociedades negras de Cuba 1886-1894. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales. 1996, p.18

[2] Ibídem, p.16

[3] S. AGUIRRE. Un gran olvidado, Juan Gualberto Gómez, p.13

[4] Gómez Ferrer, Juan Gualberto: Ibídem, pp. 43-44

[5] J G. GÓMEZ FERRER. Obras, pp. 46-47

[6] J G. GÓMEZ FERRER. Obras, 47

[7] Gómez Ferrer, Juan Gualberto: Ibídem, p. 46