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El VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba: un fracaso anunciado

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El VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba: un fracaso anunciado

Abril 15, 2021 - 03:00
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La retirada de Raúl completa la salida de los Castro del escenario político cubano; un hecho histórico por el prolongado tiempo que ocuparon el poder y por la situación en que dejan el país.

El VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrado en abril de 2016, fue el último en que participó Fidel Castro, quien falleció en noviembre de ese mismo año. El VIII Congreso que se inaugurará mañana, 16 de abril, será el último en que Raúl Castro participará. Después de ocupar los dos primeros lugares en las Fuerzas Armadas, el Partido, el Estado y el Gobierno, la retirada de Raúl completa la salida de los Castro del escenario político cubano; un hecho histórico, no por su legado, sino por el prolongado tiempo que ocuparon el poder y por la situación en que queda el país.

El VI Congreso del PCC, realizado en 2011, aprobó un plan mínimo de medidas de corte reformista que, aunque limitadas y tardías, parecían un primer paso hacia los cambios que el país necesitaba. Dichas medidas tomaron forma institucional en los Lineamientos de la Política Económica y Social. En ese Congreso, Raúl Castro, su primer secretario y presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, llegó a reconocer que "el principal enemigo que enfrentamos y enfrentaremos serán nuestras propias deficiencias".

Entonces se restablecieron las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, el presidente Barack Obama visitó Cuba y dictó seis paquetes de medidas para flexibilizar el embargo. Varios países —capitalistas y antiguos socialistas— condonaron la mayor parte de la deuda cubana. Y figuras importantes como el presidente de Francia visitaron la Isla, todo lo cual generó un ambiente de esperanzas.

Todo indicaba que la política de confrontación quedaría atrás, pero no ocurrió así. Encabezada por las reflexiones de Fidel Castro, la prensa oficial cubana desató una campaña contra la administración Obama y se paralizaron las tímidas medidas internas. Uno de sus efectos fue la caída brusca del PIB del 4% en 2015 al 1% en el primer semestre de 2016. Un resultado que Obama había adelantado en La Habana, en la reunión con representantes de la sociedad civil "alternativa", donde más o menos dijo lo siguiente: hemos dictado medidas para flexibilizar el embargo. Eso no es una garantía de que el gobierno cubano haga lo que debe hacer, pero no tiene más salida. Sus amigos de Rusia y de Venezuela no lo pueden sostener y la economía cubana no avanza. Eso se lo he dicho a Castro y le he hablado de los derechos humanos que tienen que cambiar en Cuba.

El VII Congreso, efectuado en 2016, en lugar de acelerar pisó el freno. La designación antidemocrática de los delegados, el anuncio de que la Conceptualización del Modelo y el Plan Nacional de Desarrollo no quedarían definidos como se había anunciado y el secretismo y la forma diferida en que se dio a conocer la sesión de clausura, indicaban la supremacía del sector opuesto a las reformas. Contrario a las palabras de Raúl Castro en el VI Congreso, acerca de que el principal enemigo eran nuestras propias deficiencias, se declaró nuevamente que el principal obstáculo para el desarrollo económico del país era "el bloqueo".

El entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, utilizó la oportunidad desaprovechada por el Gobierno de Cuba con la administración Obama para dictar medidas de cambio en un ambiente favorable y dio un giro a la política hacia la Isla. Dictó una secuencia de medidas que afectaron la pobre inversión extranjera, los viajes por mar y aire entre Cuba y Estados Unidos, y sancionaron a las empresas militares. A ese cuadro se unió la pandemia de la Covid-19, que afectó dos de las principales entradas de divisas al país, las remesas y el turismo, acelerando un declive que ya estaba en marcha.

El VIII Congreso del PCC tendrá lugar en un escenario de mayor complejidad que los anteriores. La producción continúa en descenso, como lo demuestra la presente zafra azucarera, inferior a la de 1894, fecha en que se rebasó el millón de toneladas. El creciente desabastecimiento, el descontento popular, la pérdida del monopolio informativo, el renacimiento de conductas ciudadanas y las crecientes protestas en diferente sectores y lugares, en ausencia de un plan para sacar al país de la crisis, están conduciendo a un estado de ingobernabilidad.

La situación heredada, agudizada por los errores en la Tarea Ordenamiento, auguran que el VIII Congreso será el peor de los celebrados desde 1975. La salida oficial del último de los Castro, acompañado o no del resto de los octogenarios, pero sin cambios estructurales, agudizará aún más la crisis actual. La separación de algún funcionario, como ha ocurrido dos días antes del evento con el ministro de Agricultura, y el ascenso de figuras más jóvenes, formadas dentro del modelo totalitario de partido único, anuncian un fracaso de graves consecuencias para Cuba y los cubanos.