Las revoluciones de 1868 y 1959: ¿continuidad o ruptura?
Carlos Manuel de Céspedes luchó por la propiedad privada, Fidel Castro luchó para erradicarla completamente.
Un día como hoy, en 1868, se inició en Cuba la guerra por la independencia y la abolición de la esclavitud. A partir de enero de 1959 se procedió a eliminar la propiedad privada, por la que se había luchado en 1868.
Antecedentes
En el siglo XVIII en Cuba emergió una oligarquía criolla que se propuso lograr una participación en condiciones de igualdad con los peninsulares y convertir a Cuba en la primera productora de azúcar y café del mundo. Fue el debut de la política insular.
Tres factores propiciaron la realización de dicho propósito: la toma de La Habana por los ingleses en 1762, que creó las premisas para el despegue de la plantación azucarera; la ruina de Haití en 1791, que brindó la oportunidad; y la capacidad emprendedora de la oligarquía dotada de un pensamiento moderno.
Entre esos pensadores destacaron Francisco de Arango y Parreño (1765-1837), quien captó la oportunidad que brindaba la ruina de Haití, logró que España autorizara la libertad de comercio de esclavos e introdujo en la Isla la tecnología azucarera más desarrollada, factores determinantes en la conversión de Cuba en la primera productora y exportadora de azúcar y café del mundo.
Félix Varela y Morales (1778-1853), quien elaboró dos proyectos para discutir en las Cortes de 1821 (uno sobre la autonomía, en el que por vez primera se planteó ampliar los derechos de los nacidos en Cuba sin excluir a los negros), eligió la educación como camino de la liberación, y se empeñó en la formación de conciencia y de virtudes en los futuros sujetos del cambio.
José Antonio Saco (1797-1879) se propuso forjar una sociedad capitalista a partir de la realidad colonial, por lo que se centró en la lucha contra la trata de esclavos y a favor de la introducción del trabajo asalariado.
Y José de la Luz y Caballero (1800-1862), comprendió que los procesos para fundar pueblos tienen como premisa la preparación de los sujetos históricos y de los cimientos morales para su realización.
La revolución de 1868
Los intereses económicos de aquellos hacendados, dotados de libertades y conocimientos, entraron en contradicción con la metrópoli. A mediados del siglo XIX parecía que dichas contradicciones podrían solucionarse por la vía del reformismo. Se esperaba que las demandas fueran aceptadas en la Junta de Información convocada en España para noviembre de 1865, pero fracasó.
En lugar del reclamo insular de disminuir la contribución fiscal a un 6% sobre la renta líquida se aumentó al 10%, afectando a los hacendados, sobre todo a los de menor desarrollo, ubicados en la región central y oriental de la Isla, lo cual elevó el independentismo a primer plano. Así, el factor económico, es decir, el daño a sus propiedades —influidos por las ideas de las revoluciones francesas y norteamericana— fue el principal motivo de los hacendados para optar por la lucha armada.
Carlos Manuel de Céspedes, jefe de la insurrección en el oriente del país, declaró que una vez lograda la independencia uno de los primeros actos sería la abolición de la esclavitud, por la que los esclavos venían luchando desde siglos anteriores. Para ese fin dictó una orden a los jefes revolucionarios para certificar la propiedad de los esclavos que se pusieran en función de la guerra, de tal manera que los dueños gozaran del derecho de indemnización (una medida consecuente con el derecho que poseían los amos sobre los esclavos), para que estos no fueran afectados.
Como puede deducirse, la propiedad de los hacendados fue un factor determinante en la decisión de resolver la contradicción con la metrópoli.
La revolución de 1959
En el centenario del inicio de la Guerra de los Diez Años, el 10 de octubre de 1968, Fidel Castro utilizó su discurso para forzar una continuidad inexistente entre la gesta de 1868 y la revolución que tomó el poder en 1959, y a la vez, justificar la confiscación de la propiedad privada, con el fin de brindarle legitimidad histórica al movimiento que él encabezaba.
Comenzó expresando: "nuestra Revolución es una Revolución, y esa Revolución comenzó el 10 de octubre de 1868". Y a continuación dijo: "Por eso lo que engrandece a Céspedes es no solo la decisión adoptada, firme y resuelta de levantarse en armas, sino el acto con que acompañó aquella decisión […], que fue concederles la libertad a sus esclavos […]. Por eso si una revolución en 1868 para llamarse revolución tenía que comenzar por dar libertad a los esclavos, una revolución en 1959, si quería tener el derecho a llamarse revolución, tenía como cuestión elemental la obligación de liberar las riquezas del monopolio de una minoría que las explotaba en beneficio de su provecho exclusivo, liberar a la sociedad del monopolio de una riqueza en virtud de la cual una minoría explotaba al hombre".
Aquí es evidente la manipulación de la fecha. La primera motivación de Céspedes no fue la liberación de los esclavos, que desde el siglo XVII venían luchando por su emancipación, sino el perjuicio ocasionado a sus propiedades por la subida de la contribución fiscal, que lo llevó a él y otros hacendados a la ruina. La propiedad de los esclavos incorporados a esa lucha fue certificada por una orden suya —conciliatoria con los amos— para ser indemnizados una vez que concluyera la guerra. Todo lo contrario a la revolución de 1959, que inició un proceso de confiscaciones para recuperar bienes malversados y no se detuvo hasta que en 1968 confiscó los más de 55.000 pequeñas empresas que permanecían en manos cubanas.
El resultado
La estatización, en lugar de liberar las riquezas del monopolio de una minoría para su provecho exclusivo —como declaró el líder cubano–, tenía por objetivo excluir a los cubanos de la propiedad, un derecho que estaban en el independentismo, recogido en la Constitución de 1901 y refrendado en el Artículo 87 de la Constitución de 1940: "El Estado cubano reconoce la existencia y legitimidad de la propiedad privada en su más alto concepto de función social y sin más limitaciones que aquellas que por motivos de necesidad pública o interés social establezca la Ley".
Incluso la Ley Fundamental del Estado Cubano, unos estatutos constitucionales con los que se sustituyó en 1959 —sin consulta popular— la Constitución de 1940, reza en su Artículo 24 que, con excepción de los bienes malversados: "Ninguna otra persona natural o jurídica podrá ser privada de su propiedad si no es por autoridad judicial competente, por causa justificada de utilidad pública o de interés social y siempre previo el pago de la correspondiente indemnización en efectivo, fijada judicialmente".
La erradicación de la propiedad privada en Cuba, de forma casi absoluta, condujo a la sociedad cubana a la pérdida de las libertades ciudadanas por las que se venía luchando y muriendo desde 1868. No existe, por tanto, continuidad, sino ruptura entre ambas fechas. No existe continuidad, sino ruptura, entre la revolución de 1868 y la revolución de 1959.

