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La UNEAC hace aguas en su 60 aniversario

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La UNEAC hace aguas en su 60 aniversario

Agosto 23, 2021 - 13:33

La organización de escritores y artistas fue creada para controlar la libertad y tiene una extensa nómina de censura y represión a lo largo de estas seis décadas.

Sin libertad no hay cultura ni progreso social. La Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), creada para controlar la libertad, arriba a su 60 aniversario en estado de desintegración.

Del ajiaco étnico-cultural que se cocinó en Cuba durante siglos brotó una cultura criolla devenida cubana que recibió en la Colonia el impulso que le imprimieron las libertades institucionalizadas con la firma del Pacto del Zanjón en 1878, en la República el avance educativo que ubicó a la Isla en el pelotón de los países más avanzados de la región y después de 1959, el impulso masificador de la alfabetización, la lectura y la producción de libros al alcance de todos; contexto en que fue concebida la UNEAC.

En la última sesión del Primer Congreso de Escritores y Artistas, el 22 de agosto de 1961 —después de establecido el límite que Fidel Castro impuso a las libertades: "Dentro de la Revolución: todo; contra la Revolución ningún derecho"— se constituyó la UNEAC para controlar la creación artística y los creadores.

Con el Instituto Cubano de la Industria Cinematográfica (ICAIC), la Imprenta Nacional, la Editora Nacional de Cuba y el Instituto Cubano de Radiodifusión, entre otras instituciones, la UNEAC completó el control del Estado sobre las artes. Los creadores quedaron atrapados entre la masificación de la cultura y la subordinación al poder político, cuyas primeras manifestaciones fueron las expulsiones, el éxodo y el ostracismo de los que no se sometieron, causando un gran perjuicio a la cultura cubana.

Entre 1968 y 1970, el apoyo cubano a la invasión de las tropas soviéticas a Checoslovaquia, el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla y el discurso apologético de Fidel Castro a la Unión Soviética, provocaron la ruptura de un grupo de intelectuales, cubanos y extranjeros que hasta ese momento apoyaban a la revolución. Quedó en evidencia la insuficiencia de los controles establecidos sobre la cultura.

En respuesta, conjuntamente con la declaración de la Universidad solo para los revolucionarios, en 1971 el Congreso de Educación fue convertido en Congreso de Educación y Cultura. Los maestros transformados en los principales agentes de la cultura, las escuela secundarias y preuniversitarias en el campo con los estudiantes apartados de la ciudad y de la familia, serían el medio idóneo para el adoctrinamiento.

Sin embargo, no se pudo evitar el disenso. En los años 80 Ramón Fernández Larrea, Daina Chaviano, Chery Lima, Alberto Serré, Félix Luis Viera, Eliseo Alberto Diego, Daysi Valls y otros intelectuales destacados tuvieron que abandonar el país. En 1991, resultado de la "Carta de los Diez", redactada por María Elena Cruz Varela y firmada por Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez, Nancy Estrada, José Lorenzo Fuentes, Bernardo Marqués Ravelo, Manuel Granados, Fernando Velázquez Medina, Roberto Luque Escalona y Víctor Manuel Serpa, sufrieron fuertes represalias y acosos que los lanzó al exilio.

En 2003 otros miembros de la UNEAC como Raúl Rivero y Manuel Vázquez Portal, después de cumplir prisión, fueron desterrados. Otros muchos, como el escritor y cineasta Jesús Díaz, se habían marchado del país. En resumen, la falta de libertades lanzó fura del país a un considerable número de miembros de la UNEAC, provocando el empobrecimiento de la cultura al interior y su enriquecimiento en el exterior.

Un ejemplo paradigmático tuvo lugar en julio de 2003, ante la muerte de la cantante cubana Celia Cruz, cuando el diario Granma publico entonces la siguiente nota: "activa en las campañas contra la revolución cubana en las últimas décadas e ídolo de la contrarrevolución". Y al siguiente año, al morir el bailarín español Antonio Gades, el mismo Granma le dedicó varios días y publicó: "Lamentable pérdida de un inmenso amigo" y lo calificó como "defensor indeclinable de la Revolución cubana".

En mayo de 2013, un grupo de cineastas cubanos propusieron la creación de una Ley de Cine que diera estatus jurídico a las productoras independientes. Al terminar el documento, en la declaración titulada "La Ley de Cine a que aspiramos", plantearon: "nuestro reclamo de una Ley de Cine es el reclamo por el verdadero papel que la cultura toda debe tener en ese rediseño nacional del que queremos ser parte".

En julio de 2014, el poeta Rafael Alcides, miembro de la llamada Generación de los 50, renunció a la membresía de la UNEAC, devolvió la Medalla Conmemorativa del 50 Aniversario, que había recibido como fundador y declaró: "En vista de que ya a mis libros no los dejan entrar en Cuba ni por la Aduana ni por el correo, lo que es igual a prohibirme como autor, renuncio a la UNEAC".

En enero de 2015 Tania Bruguera, artivista destacada, devolvió la Distinción por la Cultura Nacional que le fuera entregada en el año 2002 y escribió: "Hoy devuelvo la Distinción al Ministerio de Cultura, la pongo en manos del viceministro... también renuncio a mi membresía de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba".

En julio de 2015, Juan Carlos Cremata, destacado director teatral y cinematográfico, fue censurado por la obra El rey se muere. Al respecto Cremata escribió: "Nuestra razón de ser es crear. Seguiremos haciéndolo. Aunque intenten cortarnos las alas. No podrán nunca doblegar el pensamiento".

En octubre de 2018, varios miembros de la UNEAC, entre ellos Gisela Arandia, Gladys García, Rodolfo Alpízar, expresaron su inconformidad por la exclusión del debate sobre el proyecto de Constitución. Al respecto Alpízar expresó: "Alguien de arriba decidió que no nos reunamos para esa discusión y la UNEAC, que se clasifica como organización social, no gubernamental, con personería jurídica propia, acató la absurda decisión".

En julio de 2021 los cineastas Carlos Lechuga, Alejandro Alfonso, José Luis Aparicio, el director de teatro Yunior García, la actriz Ketty de la Iglesia y el historiador Leonardo M. Fernández, entre otros, renunciaron a las organizaciones culturales oficiales en apoyo a las protestas del 11J. Mientras los músicos Adalberto Álvarez, los integrantes de Los Van Van, los soneros Pupy Pedroso y Elito Revé, el pianista Chucho Valdés, las actrices Luisa María Jiménez, Laura de la Uz, Yuliet Cruz, el cantante Leoni Torres y otros muchos más, expresaron, cada uno a su manera, estar al lado del pueblo.

Leo Brouwer, por ejemplo escribió: "Nunca imaginé que las fuerzas del orden en Cuba fuesen a agredir a gente común y pacífica como somos los cubanos. Cuando el cubano protesta, no cabe duda de que la política o, mejor dicho, el poder político y militar se ha extralimitado".

Esa secuencia de intelectuales que abandonaron el país y/o fueron expulsados o renunciaron a la UNEAC constituye una prueba definitiva de que la cultura, por su naturaleza, no se puede subordinar al poder político; mucho menos cuando ese poder ha sido incapaz, incluso, de satisfacer las necesidades materiales más elementales.

En abril de 2014, en el VIII Congreso de la UNEAC, su presidente, Miguel Barnet, planteó que la UNEAC "no ha hecho otra cosa, desde su génesis, que servir a los ideales más nobles de la revolución" y la calificó como el "Moncada de la cultura", palabras que confirman las razones del deterioro sufrido y la necesidad de la libertad de asociación para que esos intelectuales cubanos participen en el quehacer de la cultura desde nuevas asociaciones.

José Martí escribió: "Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana se necesita ser próspero para ser bueno". La realidad cubana de hoy le dio la razón: en condiciones de precariedades económicas y ausencia de libertades no se puede cultivar lo humano en el hombre ni progresar, pues la libertad es premisa para el desarrollo y condición de la cultura.