La sanidad y los hospitales cubanos durante la Ocupación norteamericana
El salto positivo dado por la salubridad cubana en esos años constituyó la base de nuevos avances a partir de 1902, en la República.
Ya en un artículo anterior habíamos tratado el estado de la salud pública en Cuba hasta 1898. Al Tratado de Paz, firmado en París en diciembre de ese año entre EEUU y España, le siguió la Ocupación norteamericana de la Isla hasta mayo de 1902, momento en que la bandera cubana desplazó a la norteamericana en el castillo del Morro y en los edificios públicos, y Cuba se incorporó al concierto de naciones.
A los intereses geopolíticos que condujeron a EEUU a intervenir en la guerra cubano-española, se unió la preocupación de la burguesía comercial y financiera estadounidense por el estado del puerto de La Habana (punto estratégico para el comercio en el Caribe), y la presencia del vómito negro o fiebre amarilla, cuyas epidemias había afectado al comercio. La higiene, pues, devino prioridad del Gobierno de Ocupación, que desplegó un conjunto de acciones para revertir esa pésima situación mediante órdenes militares.
Para ilustrar el estado de insalubridad basta mencionar que entre 1898 y 1899 los muertos por enfermedades contagiosas alcanzaron en Cuba la cifra de 27.821, destacándose los casos de tuberculosis, malaria, tifoidea y fiebre amarilla.
Los avances registrados en materia de salud, desde la fundación de las primeras villas hasta finales del siglo XIX, sufrieron un marcado retroceso durante la Guerra de Independencia iniciada en 1895. Cuba había acumulado experiencias, formado especialistas del más alto nivel científico para la época, y fundado instituciones públicas y asociaciones cívicas que participaron en las acciones sanitarias emprendidas por el Gobierno de Ocupación.
Las Juntas de Sanidad, fundadas en 1807 por el Gobierno colonial, convertidas en 1828 en la Junta Superior de Sanidad para auxiliar al Tribunal del Real Protomedicato en las actividades relacionadas con la salud pública, fueron sustituidas por los Departamentos de Sanidad, con una estructura similar a la de EEUU.
Entre otras medidas implementadas por el Gobierno de Ocupación estuvo la recogida de basura y la limpieza en los mataderos; la fundación de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana; la creación de una comisión para el estudio permanente de la fiebre amarilla; la fundación de la primera escuela de enfermeras; la conformación de una red de hospitales públicos y casas de socorros, quintas de salud españolas, hospitales militares; y se enriqueció el Plan de Estudios de Medicina y se fundó la Escuela de Cirugía Dental.
Se creó también una incipiente Sanidad Militar norteamericana, constituida inicialmente con casas de campaña; se estableció el Servicio de Cuarentenas; entraron en vigor las leyes y reglamentos que regían la inmigración de EEUU; se inauguró el servicio de inspección sanitaria en las casas; se procedió a la higienización de las ciudades a través del alcantarillado, la pavimentación y la construcción de acueductos; se estableció la declaración obligatoria sobre las enfermedades transmisibles y la desinfección y aislamiento de los enfermos; se implementó la vacunación antivariólica obligatoria; se dictó el Reglamento General para la Organización de los Servicios Sanitarios Municipales y la Orden Civil para la creación de la Comisión de Fiebre Amarilla, presidida por el doctor Carlos J. Finlay.
Para centralizar las acciones, en febrero de 1900 se creó el cargo de superintendente de Beneficencia y Hospitales de la Isla de Cuba, y se fundó el Departamento de Beneficencia bajo la dependencia de la Secretaría de Estado y Gobernación, encabezada por patriota y doctor Diego Tamayo. Bajo esta institución quedaron los hospitales del país, los asilos de niños y ancianos, así como la Escuela de Oficios para Varones de Cuba, la Escuela Industrial de La Habana para Niñas de Cuba, la Escuela Correccional para párvulas de Cuba y la sección encargada de colocar menores en casas de familias.
Para facilitar la labor de higienización pública, la Isla se dividió en distritos. En la capital se crearon 100 distritos, y en cada uno de ellos se nombró un médico cubano como inspector. Y a fines de 1899 se dispuso, que los jefes de Departamentos Militares (La Habana-Pinar del Río, Matanzas-Santa Clara y Santiago de Cuba-Puerto Príncipe), realizasen visitas de inspección a los hospitales, cárceles, asilos y demás instituciones subvencionadas por el Estado.
Como la división por departamentos obstaculizaba la dirección centralizada, tres días antes de la retirada de Cuba el Gobierno Interventor creó la Junta Superior de Sanidad, a la cual se le confirieron poderes para exigir el complimiento de las leyes de carácter sanitario que incluían al ejercicio de la medicina, de la cirugía dental, de las agencias funerarias y otras; así como las relativas a las industrias peligrosas, abastecimiento de agua, recogida y disposición de basuras, etc.
Contra la fiebre amarilla
Lo relativo a la fiebre amarilla merece una mención aparte. Las epidemias de este morbo se extendían desde América hasta Europa. Muchos puertos de la región, como el de La Habana, eran focos de esa enfermedad. En la Conferencia Sanitaria Internacional celebrada en Washington en 1881, el médico cubano Carlos J. Finlay planteó la siguiente hipótesis, resultado de sus observaciones e investigaciones: "Mi opinión personal es que tres condiciones son, en efecto, necesarias para que la fiebre amarilla se propague: 1) La existencia previa de un caso de fiebre amarilla […] 2) La presencia de un sujeto apto para contraer la enfermedad. 3) La presencia de un agente cuya presencia sea completamente independiente de la enfermedad y del enfermo, pero necesaria para trasmitir la enfermedad del individuo enfermo al hombre sano".
En el año 1900, la IV Comisión del Ejército Norteamericano para el estudio de la fiebre amarilla, que visitó la Isla, retomó la teoría de Finlay, la sometió a comprobación y confirmó sus postulados. Una vez confirmada, se aplicaron los principios epidemiológicos correspondientes bajo la dirección del doctor William C. Gorgas. El resultado fue definitivo: de 310 defunciones ocurridas en 1900, se descendió a 18 en 1901 hasta llevarla a cero. Luego, durante los años 1902 a 1904 la fiebre amarilla reapareció, pero en 1905, bajo la dirección del doctor Finlay, la misma fue erradicada definitivamente. Este fue el resultado más destacado en materia de salud durante la Ocupación.
En esas campañas sanitarias, además del doctor Finlay, participaron destacados epidemiólogos cubanos de la época, entre ellos, los doctores Juan Guiteras Gener (1852-1925), graduado en la Universidad de Pennsylvania y médico de visita del Hospital de Filadelfia (primer presidente de la Federación Médica de Cuba) y Enrique B. Barnet y Roque de Escobar (1855-1916), graduado en la Universidad de Barcelona.
Conclusiones
Más allá de los debates sobre las razones de la ocupación y la injerencia de EEUU en Cuba, el hecho indiscutible en esta materia es que el salto positivo dado por la salubridad cubana en esos años constituyó la base de nuevos avances en la República de 1902 a 1958. A esto último dedicaremos un próximo artículo.