Início » Artículos » Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga

Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga

Time to read
4 minutes
Read so far

Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga

Diciembre 03, 2019 - 03:13

La Avellaneda, una de las figuras más importantes del romanticismo hispano del siglo XIX, dirigió el Álbum cubano de lo bueno y lo bello, desafió el dominio masculino e instó a otras mujeres a que hicieran lo mismo. Fue una de las precursoras del feminismo moderno, un ejemplo de firmeza, libertad, amor y dignidad.

Gertrudis Gómez de Avellaneda


María Gertrudis de los Dolores Gómez de Avellaneda y Arteaga (1814-1873) -conocida por el cariñoso sobrenombre de Tula- poeta, escritora, dramaturga y novelista cubano-española nacida en Puerto Príncipe (hoy Camagüey).

De personalidad muy definida, de pequeña no le interesaban las cosas de niñas sino los libros. Se entretenía representando comedias, redactando cuentos, leyendo novelas, poesías y comedias. A los 13 años se negó a contraer matrimonio con un rico pariente, conducta por la cual perdió una riqueza, pero como decía ella conservó su libertad.

En 1836 su familia se trasladó a Burdeos, en Francia y de allí a La Coruña, en España, donde estableció una relación amorosa con Mariano Ricafort, hijo del capitán general de Galicia, que no perduró porque ella se negó a abandonar la escritura. De La Coruña pasó a Andalucía, donde comenzó a publicar versos bajo el seudónimo de La Peregrina.

En 1839, conoció a Ignacio Cepeda, el primer gran amor de su vida, con quien vivió una fuerte relación amorosa no correspondida como ella deseaba. Para él escribió una autobiografía y una serie epistolar compuesta por unas cuarenta cartas, que develan sus más íntimos sentimientos.

En Madrid, estrenó su primer drama Leoncia (1840); publicó su primera colección de versos titulada Poesías, que contenía el soneto Al partir (1839), composición marcada por el desgarramiento que le produjo la salida de Cuba. En cuanto a novelas, en Sab (1841), considerada la primera novela antiesclavista, anterior incluso a la cabaña del tío Tom, de la norteamericana Harriet Beecher Stowe, planteó el problema de la esclavitud y del amor no correspondido; en Dos mujeres (1842), defiende el divorcio como la solución a una unión no deseada y expone un abierto feminismo; en Espatolino (1844), denuncia la terrible situación en que se encuentra el sistema penitenciario; en Guatimozín (1846), haciendo uso de una gran erudición histórica se sitúa en el México de la etapa de la conquista. En todas esas obras, sus circunstancias personales, su carácter apasionado, su generosidad y su rebeldía ante la sociedad convencional es una constante.

En Cádiz conoció Gabriel García Tassara, un poeta con quien estableció una compleja relación amorosa. Como muchos otros hombres que la asediaban, prisionero de las convenciones sociales e incómodo por su arrogancia y coquetería, se negó a contraer matrimonio. Fruto de esa relación, sin casarse, La Avellaneda terminó embarazada. Brenilde, como ella llamaba a la niña, nació enferma. Desesperada escribió varias cartas a Tassara pidiéndole que viniera a verla para que no muriera sin antes sentir el calor del padre. Sin lograrlo, a los siete meses, Brenilde falleció. Destrozada en el mejor momento de su carrera, sola y hundida en el pesimismo, escribió Adiós a la lira, una despedida de su vida como escritora.

En 1845 obtuvo los dos primeros premios de un certamen poético organizado por el Liceo Artístico y Literario de Madrid. A partir de ese momento figuró entre los escritores de mayor renombre de su época y se convirtió, después de la reina de España Isabel II, en la mujer más importante de Madrid.

En 1845 contrajo matrimonio con Pedro Sabater, gobernador civil de Madrid y escritor, quien enfermó y murió en agosto de 1846. Para reponerse del duro golpe, Tula, ingresó en un convento donde escribió el Manual del cristiano y la obra Egilona.

En 1856 contrajo matrimonio con el coronel Domingo Verdugo, quien resultó herido durante el estreno de la comedia Los tres amores (1858). Durante la presentación de esta obra fue arrojado un gato al escenario. Verdugo enfrentó al presunto culpable y resultó herido de gravedad. El matrimonio viajó a Cuba con la esperanza de que el clima del Caribe sanara las heridas y luego a Norteamérica y Francia, donde Verdugo murió en 1863.

Estando en Cuba, en el Liceo de la Habana, fue proclamada poetisa nacional; durante seis meses dirigió el Álbum cubano de lo bueno y lo bello, una revista femenina que alentaba a las mujeres a dedicarse al arte, desde la que Tula desafió el dominio masculino e instó a otras mujeres a que hicieran lo mismo; en el teatro Tacón fue coronada por la poetisa Luisa Pérez de Zambrana; y en 1861 concluyó su obra El artista barquero, reconocida por ella como la primera obra que sale de mi pluma bajo el hermoso cielo de nuestra  Antilla.[1]

Movida por el éxito de sus producciones y el ser considerada una de las grandes poetas de lengua castellana, presentó su candidatura para ingresar a la Real Academia de Letras. Entrada que le fue denegada por ser mujer. El sillón fue ocupado por un hombre.

Su poesía se ha comparado con la poetiza francesa Louise-Victorine Ackermann o la de Elizabeth Barrett Browning, escritora inglesa que hizo campaña por la abolición de la esclavitud. Influyó en autores como Edgar Allan Poe.

De formación neoclásica, valorada como una de las figuras clave del romanticismo hispanoamericano, por el tratamiento que dio a sus personajes femeninos devino una de las precursoras del feminismo moderno, tanto por su actitud vital como por la fuerza que imprimió a sus personajes femeninos.

En cuanto al teatro, en 1844 estrenó Alfonso Munio, ambientada en la corte de Alfonso VII de León, con la cual su fama se elevó a niveles insospechados. Pero sus mayores éxitos los obtuvo con los dramas bíblicos: Saúl (1849) y Baltasar (1858). El primero representa la rebeldía, el segundo escenifica el hastío vital, la melancolía. Ambos muestran distintos aspectos del Romanticismo.

En 1860 escribió La mujer, una serie de artículos en los que plantea la igualdad intelectual entre mujeres y hombres, e incluso, decía: “No ya la igualdad de los sexos, sino la superioridad del nuestro”.

La Avellaneda, junto a José María Heredia, fue una de las figuras más importantes del romanticismo hispano del siglo XIX. Elogiada o criticada por su obra, inspiró a hombres y mujeres con sus historias de amor, feminismo y un mundo diferente. Sus poemas reflejan su experiencia de vida: la muerte de sus dos maridos y el abandono de su amante cuando se encontraba embarazada. Su poesía aborda los temas de Cuba, el amor y el erotismo, habla de religión, hace introspección filosófica, así como también toca lo personal y lo público.

Falleció en Madrid en 1873, a los 58 años y fue sepultada en Sevilla, junto a la tumba de su esposo y de su hermano Manuel. Gertrudis Gómez de Avellaneda tiene un lugar reservado en el corazón de los cubanos que conocen su obra y lo tendrá en los que en lo adelante la lean. Fue, es y será un ejemplo a imitar de firmeza, libertad, amor y , dignidad.

La Habana, 2 de noviembre de 2019

[1] Josefa Bracero Torres. “Tula, la niña del cuarto de los libros”. La Habana, Editorial de la Mujer, 2015, p.18