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El Martí que Cuba necesita

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El Martí que Cuba necesita

Marzo 12, 2017 - 12:36
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José Martí.

El diario Granma publicó recientmente un artículo titulado "Martí, continuo, inmenso", en el que su autor, Jesús Jank Curbelo, reprodujo algunas palabras del Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, en la Asamblea de Balance del Programa Nacional de Estudio y Promoción del Ideario Martiano. Dos de los párrafos citados que comentaré son los siguientes:

Uno: "Martí es un movimiento natural, que está en los jóvenes y en los adultos que lo sienten y asumen como un principio".

Dos: "Hasta que no logremos que el mundo, y particularmente las cubanas y cubanos, actuemos de manera martiana, habrá insatisfacción en nuestra Isla; y [...] en pos de ello habrá que trabajar".

Veamos:

Lo primero que salta a la vista es una contradicción entre ambos párrafos. Si Martí es un movimiento natural que está en los jóvenes y en los adultos quelo sienten y asumen como un principio, ¿cuál es la función y la necesidad de un Programa Nacional de Estudio y Promoción del Ideario Martiano?

Lo segundo es que si Martí está asumido como un principio, resulta incomprensible plantear que hasta que no logremos que el mundo, y particularmente las cubanas y cubanos, actuemos de manera martiana, habrá insatisfacción en nuestra Isla. Sería más coherente, aunque no menos falso, decir que los cubanos tenemos asumido a Martí y lo que nos resta —tal como si fuera un designio celestial— es lograr que el resto del mundo lo asuma como nosotros.

Lo tercero, de ser ese el propósito, salta otra contradicción. Resulta, según sus palabras, Martí se asume como principio pero no actuamos de manera martiana. Es decir, hay un divorcio entre pensamiento y conducta. De ser así, lo que Cuba necesitaría es un Programa Nacional dirigido a lograr la correspondencia entre esos dos elementos desconectados.

Lo cuarto, es un resultado de lo anterior. Sería más lógico concentrarse en el Programa Nacional para la correspondencia entre pensamiento y conducta y en una segunda etapa proponerse "que el mundo lo asuma y actúe de manera martiana". Lo único que este segundo paso tendría que pasar por una consulta al resto del mundo para saber si ellos tienen interés de que los cubanos les enseñemos a actuar de manera martiana. De lograr tal propósito estaríamos ante un gran aporte a la teoría y la práctica social: "Sin ser capaces para nosotros somos capaces para el resto del mundo".

Regresando al mundo terrenal, sería más práctico reconocer que la insatisfacción no es un problema de futuro, sino del presente. No habrá insatisfacción en nuestra Isla, sino que hay insatisfacción.

Desde esta visión todos o casi todos estamos de acuerdo en la necesidad de actuar de manera martiana. El primer problema, entonces, sería dejar de enseñar a un Martí despojado de lo esencial. El segundo problema es que para ese propósito habría que restituir el entramado cívico que emergió en el último cuarto del siglo XIX, que se desarrolló en la República y que fue desmantelado después de 1959. Intentar asumir y actuar de forma martiana es un absurdo en ausencia de las libertades cívicas, políticas y económicas de los cubanos.

Atrapados en un escenario en el que Cuba se debate ante las inaplazables transformaciones, el pensamiento de José Martí continúa tan vigente como lo estuvo en el siglo XIX. Por ello, lo que se impone es divulgar su pensamiento integro y poner especial atención en aspectos sencillos, pero profundos y esenciales, sin los cuales no será posible eliminar la insatisfacción mencionada.

Diez citas, tomadas al azar, constituyen una prueba de ideas martianas tan necesarias como vigentes, pero ausentes en los textos que se divulgan sobre el Apóstol.

En 1884 escribió al Generalísimo Máximo Gómez: "Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente: y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta…"[1]

"Un pueblo no es la voluntad de un hombre solo, por pura que ella sea [...]. Un pueblo es composición de muchas voluntades, viles o puras, francas o torvas, impedidas por la timidez o precipitadas por la ignorancia."[2]

"Es una idea lo que hay que llevar a Cuba: no una persona."[3]

"[...] cerrémosle el paso a la república que no venga preparada por medios dignos del decoro del hombre, para el bien y la prosperidad de todos los cubanos."[4]

El 5 de diciembre de 1891 escribió a José Dolores Poyo: "Es mi sueño que cada cubano sea hombre político enteramente libre…"[5]

El 10 de abril de ese mismo año, en el acto de fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC), reiteró que el partido se crea: "de modo que en la conquista de la independencia de hoy vayan los gérmenes de la independencia definitiva de mañana".[6]

"La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie, y las cosas públicas en que un grupo o partido de cubanos ponga las manos con el mismo derecho indiscutible con que nosotros las ponemos, no son suyas sólo, y de privilegiada propiedad, por virtud sutil y contraria a la naturaleza, sino tan nuestras como suyas…"[7]

"La grandeza es esa del Partido Revolucionario: que para fundar una república, ha empezado con la república. Su fuerza es esa: que en la obra de todos, da derecho a todos. Es una idea lo que hay que llevar a Cuba: no una persona…"8]

En su discurso "Con todos y para el bien de todos", en 1891 expresó: "O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre, —o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una gota de sangre de nuestros bravos."[9]

Su rechazo al socialismo de Estado, del cual dejó constancia en "La futura esclavitud", donde planteó "los pobres se habitúan a pedirlo todo al Estado, cesarán a poco de hacer esfuerzo alguno por su subsistencia [...], como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el Estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio [...]. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo".[10]

Es imposible poner en correspondencia el pensamiento y la conducta de los cubanos para que actúen como Martí desde los propósitos de la autoridad institucionalizada, cuyo propósito declarado consiste más en perpetuarse que enseñar la verdad.

[1] Obras Escogidas en tres tomos, tomo I, p. 459.

[2] Idem, tomo III, p. 359.

[3] Idem, tomo III, p.192.

[4] Idem, tomo III, pp. 9-10.

[5] Idem, tomo III, pp. 24-25.

[6] Idem, tomo III, p. 99.

[7] Idem, tomo II, p. 367.

[8] Idem tomo III, p. 192.

[9] Idem, tomo III, p. 9.

[10] Obras completas, tomo XV, pp. 388-392.

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