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El choteo, emplear ese mal nacional para edificar

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El choteo, emplear ese mal nacional para edificar

Agosto 11, 2020 - 04:20
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La crisis de la cultura, devenida crisis estructural, como expuse en la entrega anterior, no es un mal pasajero. Está vinculada intrínsecamente al carácter del cubano.

Fernández de Castro[1] a fines del siglo XIX planteó: La impresionabilidad y el pesimismo; el personalismo asociado a la parejería y la falta de respeto a todo lo que merece veneración, son los componentes de ese comportamiento festivo y frívolo que se da en llamar cubaneo. Fernando Ortiz, en 1906 escribió: Es la desgracia criolla. Nos burlamos de todo, no con la sonrisa volteriana de un escéptico, sino con la carcajada estúpida de la ignorancia vanidosa[2]. Otros muchos ensayos de psicología nacional hurgaron en busca del vínculo del choteo con el carácter del cubano; pero el más célebre, sin dudas, es Indagación del choteo[3], una investigación imprescindible para entender nuestros defectos y mejorar como pueblo.

De su autor, Jorge Mañach Robato (1898-1961), expuse en la anterior columna una síntesis de sus datos biográficos. Añado ahora que en 1959 fue atacado por el semanario Lunes de Revolución; que en 1960, cuando fue intervenida la emisora CMQ, renunció a sus programas radiales y televisivos; cuando la revista Bohemia fue confiscada, dejó de escribir en ella; cuando le impusieron la jubilación en la Universidad de La Habana y luego le ofrecieron restituirlo, declinó la oferta y se marchó a Puerto Rico, donde falleció en 1961.

Ortega Y Gasset[4] consideraba que para salud de la nación era necesaria la complementariedad entre la aristocracia espiritual y la masa que la apoya. Mañach, quien asumió el magisterio de ese filósofo español, le añadió: de la interrelación entre una y otra brota la cultura nacional, la que definió como el cultivo de los intereses del espíritu en los nacionales.

¿Qué es el choteo?

Para Mañach el choteo es una forma de relación típicamente cubana, resultado de una experiencia colectiva de la cultura, cuya característica es no tomar en serio nada de lo que se tiene por serio mientras no le afecte al choteador. Es burla ligera y sana, nacida de la gracia y pervertida por la sistematización. Surgió en las primeras dos décadas de República y alcanzó límites insospechados durante el gobierno de Ramón Grau San Martín, que había capitalizado la promesa martiana después de la frustración de la revolución del 30 hasta devenir rasgo característico de la cubanidad.

Enemigo del orden en todas sus manifestaciones de toda limitación a la expansión individual, el choteo contribuyó a fomentar el espíritu anti-jerárquico de la burla. Lo choteado es lo que tiene una reputación precaria o falsa. Una vez generalizado y sistematizado adquirió vida propia, lo que le ha permitido adaptarse a nuevas condiciones.

El choteo se vincula con la carencia del sentido de la profundidad y del hábito de proyectar las cosas al futuro: Nuestra mentalidad media -dice- carece del sentido de la tercera dimensión -la dimensión de la profundidad… No es interesado el cubano, porque carece del hábito o de la óptica mental para proyectar las cosas sobre el futuro. Su retina, como la de ciertos insectos, no enfoca por igual los primeros y los últimos términos… El cubano generalmente se contenta con que no lo molesten. La libertad en abstracto le tiene sin cuidado, con tal que no llegue a afectar su personal albedrío… y no nos decidimos a la protesta sino cuando el exceso de dominio coarta la personal independencia[5]. Y añade: Por su índole ciegamente individualista, el choteador ha sido personalmente estéril para toda faena en que fueran requisitos el método, la disciplina, el largo y sostenido esfuerzo, la constante reflexión.[6]

Mañach nos narra que en cierta ocasión, unos cubanos visitaban el Crematorio Municipal de París y al ver introducir un cadáver en el horno incinerador, uno de los compatriotas exclamó, dirigiéndose al fúnebre operario: “Démelo de vuelta y vuelta”. El choteo no respeta ni la presencia sagrada de la muerte.[7]

En 1955 Mañach afirmaba que hasta cierto punto habíamos rebasado el choteo como hábito o actitud generalizada. Sin embargo, estuvo presente en el “bonche” universitario, continúa presente en el “chucho”, esa forma de burla permanente que encontramos por doquier, y sesenta y cinco años después, en el 2020, gracias a las tecnologías de la información y las redes sociales, reverdece con mayor fuerza en los memes.

La pregunta para los que nos preocupamos y ocupamos por el destino de nuestra nación es ¿Cómo lograr que ese rasgo fundamental del carácter del cubano desempeñe un papel positivo en el contexto de la crisis profunda en que estamos inmersos?

José Antonio Ramos, autor de las “Impurezas de la realidad” (1931), se resiste a considerar el choteo como algo básicamente negativo. Ve en el mismo el rasgo fundamental del carácter cubano y argumenta que los tropezones de la vida nacional son algo natural: una generación podrá hacer una Revolución y una República, pero no crear una nacionalidad definitiva y sólida.[8]

Stefan Zweig[9] decía que “Antes de que pueda ser edificado algo nuevo es preciso que sea atacado y removido en su autoridad, lo existente”.

Lo que sí puede y debe afirmarse -decía Mañach- es que hay en la idiosincrasia cubana rasgos peculiares que, originados unas veces y acusado otras por el clima o por las circunstancias sociales en que hemos venido desenvolviéndonos, tienden a facilitar esa perversión de la burla que llamamos choteo.[10]

Para que el choteo, además de atacar y remover pueda edificar, hay que dotarlo del sentido de responsabilidad del cual carece, para poder convertirse en instrumento de transformación. Ello nos remite a priorizar la labor educativa, para hacer efectivo el cultivo de los intereses del espíritu en los nacionales, como había sentenciado Mañach.

La permanencia del choteo lo explica el hecho que, a través del tiempo, siempre ha estado vinculado a las condiciones de vida del hombre, desde la época de la esclavitud. Ello indica que en condiciones de precariedades económica, y falta de libertades y derechos, como las que existen hoy en Cuba, el mismo reverdezca.

El movimiento insurreccional que tomó el poder en 1959, en lugar de enrumbar al cubano hacia la cultura, barrió los espacios cívicos independientes y subordinó las libertades a la construcción de un proyecto inviable y antinatural, cuya peor consecuencia ha sido la desaparición del ciudadano; sin el cual resulta imposible cultivar lo humano en el hombre y por tanto darle un giro al choteo para que además de atacar y remover pueda emplearse para edificar.

La Habana, 5 de agosto de 2020

[1] Rafael Fernández de Castro (1855- 1920). Escritor, doctor en Derecho, y en Filosofía y Letras. Miembro de la Academia de la Historia y de la Sociedad Económica de Amigos del País.

[2] Ortiz, Fernando. “Entre cubanos”. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1987, p.14

[3] Conferencia pronunciada en 1928 en la Institución Hispano Cubano de Cultura y publicado por primera vez ese año la Revista de Avance.

[4] José Ortega Y Gasset (1883-1955), filósofo y ensayista español. Autor de obras importantes como “España invertebrada ” y “La rebelión de las masas”

[5] Mañach, Jorge. “Indagación del choteo”. Miami, Florida. Ediciones Universal, 1991, pp.76-78

[6] Ibídem, 89

[7] Ibídem, 68

[8] Díaz, Duanel. “Mañach o la República”. La Habana, Editorial letras Cubanas, 2003, p. 101

[9] Stefan Zweig (1881-1942), escritor, biógrafo y activista social austriaco, nacionalizado en Gran Bretaña.

[10] Mañach, Jorge. “Indagación del choteo”. Miami, Florida. Ediciones Universal, 1991, p.75

 

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