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El 20 de mayo, a su lugar en Cuba

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El 20 de mayo, a su lugar en Cuba

Mayo 20, 2021 - 03:53
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El régimen castrista se ha esforzado en borrar la fundación de la República de la memoria histórica atribuyéndole todos los males de la nación.

El 20 de mayo de 1902, después de cuatro siglos de colonialismo, tres décadas de guerra y tres años de ocupación, nutrida de las ideas republicanas provenientes de la Revolución Francesa, del republicanismo estadounidense y de las revoluciones latinoamericanas, nació la República de Cuba.

El gobernador Leonardo Wood con su Estado Mayor, el generalísimo Máximo Gómez con varios generales del Ejército Libertador y el presidente Tomás Estrada Palma con su Consejo de Secretarios presidieron la ceremonia del alumbramiento en el Palacio de los Capitanes Generales, convertido en Palacio Presidencial.

En la Plaza de Armas, tres compañías de la artillería cubana hacían guardia de honor. Cientos de personas llenaron el Salón Rojo donde el general Wood leyó un mensaje del presidente de EEUU, pronunció unas breves palabras, y a las 12:08PM Máximo Gómez, ebrio de emoción al izar la enseña nacional, exclamó: "¡Creo que hemos llegado!". Seguidamente el general Emilio Núñez, gobernador de La Habana, izó la bandera cubana en la fortaleza del Morro. El añorado sueño de los cubanos de ver su bandera flotando se realizó.

Los cañonazos, las bandas de música, las aclamaciones del pueblo y las campanas de los templos conformaron un ambiente de fiesta y emoción. En el Malecón se agolpaba una multitud que vitoreaba a Cuba y a los norteamericanos.

Los actos de despedida al Ejército de Ocupación habían comenzado el 16 de mayo. Veteranos de guerra, políticos y hombres de negocio congratularon a los ocupantes con bailes y banquetes. El 19 de mayo, séptimo aniversario de la muerte de José Martí, se depositaron ofrendas florales y realizaron veladas solemnes dedicadas al Apóstol. A las doce de la noche, en un instante se pasó del luto al jolgorio. Todo el país celebró la fiesta hasta el amanecer del día 21.

Al panteón de efemérides nacionales (28 de enero, natalicio del Apóstol; 10 de octubre, Grito de Yara; 24 de febrero, inicio de la Guerra de Independencia y 7 de diciembre, caída del Titán de Bronce), se incorporó el 20 de mayo, nacimiento de la República. Cada año las muchachas vestían ropas con los colores de la bandera, los centros educacionales y otras instituciones realizaban actividades y la prensa dedicaba sus espacios a la misma.

A partir de 1963 comenzó un esfuerzo por borrar la fecha de la memoria histórica. Para ese fin al 20 de mayo se le atribuyeron todos los males de la nación y pasó a ser sinónimo de conducta equivocada, recogida en aquella frase: "lo que cayó fue en 20 de mayo".

El historiador Rolando Rodríguez, publicó en el diario Granma del 16 de septiembre de 2015, que "el 20 de mayo no podía recordarse como el día de surgimiento de la República porque ella había comenzado en Guáimaro el 10 de abril de 1869. Es ahí donde está el origen de la República cubana". Rodríguez, en un fallido esfuerzo identificó la República en Armas, que rigió en los territorios liberados, con la República oficial, que debutó con personalidad reconocida por el concierto de naciones.

El intento de borrar una fecha tan simbólica nos remite a la primera Constitución republicana.

En julio de 1900 el Gobierno de Ocupación convocó a elecciones para designar los delegados que redactarían la EEUU. Terminada la redacción del texto, la Comisión encargada de exponer dichas relaciones recibió las instrucciones a tener en cuenta.

Después de inconformidades, gestiones y desencuentros, los delegados cubanos recibieron una nota del secretario de Guerra de EEUU estableciendo como condición para cesar la ocupación la incorporación de la Enmienda Platt: un fragmento de la Constitución norteamericana que tenía fuerza de ley. Agotadas todas las posibilidades, la Asamblea Constituyente, después de tres meses de debates optó por aprobar la inclusión de la Enmienda Platt en el texto constitucional.

La otra opción, votar en contra —con el país ocupado, el Ejército Libertador desmovilizado, el Partido Revolucionario Cubano disuelto, la nación sin cristalizar, sin Estado ni Gobierno propios, con la economía en ruina y el pueblo agotado— ante la superioridad del ocupante implicaba el reinicio de la guerra, que hubiera sido un acto suicida.

La República nació sin independencia absoluta, pero con personalidad propia, con derechos civiles y políticos, y los poderes públicos separados. Se le cerró el paso a la anexión, se retiró el Ejército de Ocupación y nuestro destino sería diferente al de Puerto Rico, Guam o Filipinas.

En 1925 se recobró la soberanía sobre Isla de Pinos; en menos de 20 años Cuba emergió de la postración económica derivada de la guerra; se fortaleció la sociedad civil; en 1914 se creó la moneda nacional para disminuir la dependencia respecto al dólar norteamericano; en 1934 nos desembarazamos de la Enmienda Platt; en 1937 se dictó la legislación laboral más avanzada que Cuba ha tenido hasta hoy. Y en 1939 se redactó la Constitución de 1940. Por todo ello, el 20 de mayo de 1902, guste o no guste, constituye un acontecimiento crucial de nuestra historia. Fue un acto de madurez, de visión de futuro. Fue la primera manifestación republicana de cultura política.

La balanza de la historia demostró que, a pesar de las dificultades confrontadas, la República que nació en 1902, en la década del 50 ocupaba uno de los primeros lugares en el pelotón de avanzada de la región. Mientras la Cuba de hoy, después de seis décadas de intransigencia, está inmersa en la crisis más profunda de su historia. Razones suficientes para que el 20 de mayo ocupe nuevamente el lugar que se ganó entre las fechas patrias.