Yo, hijo de tabaquero
Después de considerar "demostrado" que los antecedentes del lector de tabaquería están en el behique[1] que ejecutaba sus ritos animistas, la periodista supone lo lejos que estaban entonces nuestros aborígenes de que aquello podía convertirse, por caminos impensables, en una realidad cultural, en un modo de trasmitir conocimientos. Y añade que ahora, 500 años después, esa labor de difusión creada en las tabaquerías cubanas ha adquirido el rango de Patrimonio Cultural de la Nación y aspira a ser también Patrimonio de la Humanidad.