Los colegios religiosos: la necesidad de su recuperación en Cuba
Los colegios religiosos de Cuba, junto a las escuelas laicas privadas, desempeñaron un valioso papel que la prensa y la historiografía oficial omiten o rebajan.
Ante el estado deplorable de la isla de Cuba al término de la Guerra de Independencia que culminó en 1898, el general estadounidense Leonardo Wood, jefe del Gobierno de Ocupación, dictó las normativas jurídicas para la restitución y modernización de la enseñanza: las lecciones de memoria, el verbalismo y el papel pasivo del alumno se suprimieron; se crearon 3.000 nuevas aulas; se procedió a la formación de maestros con el apoyo de las asociaciones cívicas y la iniciativa privada y se reguló la participación activa de las iglesias cristianas en la enseñanza; preceptos que fueron ampliados por las constituciones republicanas de 1901 y de 1940.
En ese contexto los colegios religiosos de Cuba, junto a las escuelas laicas privadas, desempeñaron un valioso papel que la prensa y la historiografía oficial omiten o rebajan. Ante el fracaso de la enseñanza monopolizada por el Estado se impone un recordatorio de esos centros que funcionaron a lo largo del país hasta el año 1961, cuando fueron confiscados por el Gobierno revolucionario. Algunos ejemplos ilustrativos son los siete siguientes:
El Colegio de Belén
El Real Colegio de Belén, fundado en 1854 por la Orden de los Jesuitas, en 1925 fue trasladado de La Habana a una moderna edificación en Marianao. En este centro docente, conformado por nueve pabellones y un observatorio meteorológico con los instrumentos más modernos de la época, se impartían clases hasta el nivel de Bachillerato. A fines de la década del 40, gracias a las gestiones de un grupo de exalumnos, la enseñanza se extendió hasta el nivel universitario. Del Colegio de Belén, donde Fidel Castro se graduó de bachiller, emergieron cientos de destacados técnicos, políticos y empresarios cubanos, hasta que en 1961 fue confiscado y convertido en el Instituto Técnico Militar.
Las Escuelas Pías
Los Escolapios crearon en 1857, en el antiguo convento San Francisco de Guanabacoa, la primera Escuela Normal que tuvo Cuba. La misma comprendía la enseñanza primaria, la superior, y las de Comercio, Lenguas y Bachillerato. Esta Escuela —devenida referencia educacional— tenía capacidad para albergar alrededor de 200 alumnos en sus dormitorios. Además de la Normal, los Escolapios fundaron varios colegios en el país donde se formaron prominentes figuras de la política, la ciencia y las artes de Cuba.
La Universidad Santo Tomás de Villanueva
Los Agustinos inauguraron en 1901 el Colegio San Agustín, y en 1946 fundaron la primera universidad privada de Cuba: la de Santo Tomás de Villanueva, conformada por siete edificios dotados con los últimos adelantos, en los que se albergaban diez facultades y tres escuelas, a la que asistían 1.600 alumnos. Este centro de enseñanza superior se colocó entre las mejores universidades privadas de Hispanoamérica. En 1961 fue convertida en un Politécnico de Informática y Química.
El Colegio De La Salle
Inaugurado en La Habana Vieja en 1905, se trasladó en 1921 a los terrenos de la Parroquia del Vedado, en la intersección de las calles C y 11, y de aquí a la manzana comprendida entre las calles 11 y 13, y C y D, en el mismo Vedado. En 1957 tenía unos 5.000 niños y jóvenes matriculados (1.000 de ellos en clases gratuitas). Los hermanos De La Salle erigieron colegios análogos en todas las provincias de Cuba. Fueron los pioneros en tener un laboratorio de Física Docente y entre sus aulas contaban con un Museo de Historia Natural propio. Algunos de sus libros de textos fueron adoptados por otros colegios privados y públicos.
El Colegio Sagrado Corazón de Jesús
La congregación Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús estableció varios colegios en la Isla para impartir enseñanza primaria, secundaria y media superior para la formación de niñas. En 1946 comenzaron la edificación del mayor y más moderno de sus centros: el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, al este de La Habana, inaugurado en 1958 para 880 alumnas, que poseía un sistema de becas para niñas pobres. En su edificación actualmente funciona la Escuela de Medicina Victoria de Girón.
El Candler College
Este colegio metodista se fundó en La Habana en 1899. En 1913 se creó una nueva sede en Marianao. El de La Habana fue renombrado como Colegio Metodista Central y el de Marianao conservó el nombre de Candler College, que devino uno de los colegios metodistas más destacados. Comprendía un grado de educación preprimaria y siete de educación primaria. Al terminar el sexto grado los estudiantes podían entrar al Bachillerato, previo examen de ingreso oficial. Contaban con High School en inglés, que consistía en cuatro años de educación secundaria para continuar estudios de educación superior en EEUU. En su edificación el Gobierno revolucionario instaló el Politécnico Amistad Cubano-Soviética.
El Colegio Buenavista
A solicitud de los padres de los alumnos del Candler College, la dirección del centro inauguró en 1920 una escuela para niñas similar a la de los varones: el Colegio Buenavista, que ofrecía preescolar y educación primaria en español e inglés hasta el octavo grado. Las alumnas continuaban la educación secundaria en Candler College. Para que sus graduados continuaran estudios universitarios se creó, en 1956, la Universidad Candler para las carreras de Pedagogía, Idiomas, Filosofía y Letras, Farmacia y Ciencias Comerciales.
Resumiendo
Las decenas de colegios católicos y protestantes a lo largo del país —la mayoría con buena infraestructura y adecuados recursos educativos—, junto a la preparación de estudiantes de las clases altas y medias, impartían enseñanza a estudiantes pobres de forma gratuita o que pagaban cuotas reducidas. Aplicaban el Programa Oficial del Ministerio de Educación, empleaban los libros de texto aprobados para la Educación Oficial, enseñaban y respetaban la historia nacional y las fechas históricas, lo que permitía la formación de ciudadanos comprometidos con su nación, no con una ideología, un Gobierno o un partido político.
El 6 de junio de 1961, dos meses después de declarado el carácter socialista de la revolución, como parte del proceso totalizador a que fue sometida la sociedad cubana, el Gobierno revolucionario confiscó todos los colegios privados laicos y religiosos, declaró la exclusividad del Estado para ejercer la enseñanza, se adjudicó la propiedad de los bienes, derechos y acciones que integraban los patrimonios de los citados centros, y la mayoría de los sacerdotes-maestros de los colegios católicos fueron expulsados de Cuba.
La enseñanza privada, laica y religiosa cubría aproximadamente el 20% del total del alumnado en Cuba, lo cual significaba un enorme ahorro para los gastos del Estado, garantizaban una alta calidad educativa y permitía a la familia decidir el tipo de educación que querían para sus hijos.
El estado de deterioro actual de esas instalaciones, la merma de calidad de la enseñanza, la insuficiencia de profesores, y otras carencias, demuestran que la confiscación de los colegios laicos y religiosos, y la prohibición de la enseñanza, se empleó para el adoctrinamiento al servicio de un poder y de una ideología que ocasionaron un gran daño a la enseñanza y a la sociedad cubana.