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El gobierno no tendrá otra opción que cambiar

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El gobierno no tendrá otra opción que cambiar

Octubre 01, 2021 - 07:31
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Comparte opiniones Dimas Castellanos, quien es graduado en ciencias políticas y en estudios bíblicos y religiosos, tenaz buscador en la historia y político opositor de espaciosa trayectoria. Ofrece su perspectiva sobre las actuales dificultades del país, las escasas condiciones para una sociedad civil protagónica, los déficits del sistema para transformarse, la necesidad de convertir la voluntad social en voluntad política, y la apertura política entre cubanos como instrumento para el bienestar y la mejor relación con el sistema mundo.

1) ¿Cuáles son las dificultades económicas fundamentales en Cuba? ¿Cómo afecta a la sociedad? ¿Cuánto daña la legitimidad social de las autoridades? ¿Crearía ello algún tipo de tensión social? ¿Prevé esto el Gobierno?

Las dificultades fundamentales están en la naturaleza de un modelo ineficiente y ajeno a la naturaleza humana, que desactivó los incentivos que impulsan la iniciativa de las personas por producir más o brindar mejores servicios.

Si la primera función de la economía es tener capacidad para satisfacer las necesidades de un pueblo y generar excedentes para el intercambio con otros países, el modelo cubano al carecer de esa función afecta a la sociedad, la cual para sobrevivir tiene que hacerlo al margen de las leyes, con el consiguiente daño moral.

Para que la economía levante hay que transformar el modelo actual, que, aferrado a una ideología, a la estatización, la centralización y la planificación, niega la participación de los cubanos como empresarios privados.

En la medida que el modelo daña a la sociedad se deteriora la legitimidad de los gobernantes que aparecen ante el pueblo, en el mejor de los casos como incapaces, como corruptos o atados a una ideología que les impide responder a las necesidades de la sociedad.

Cuando las limitaciones señaladas se conservan en el tiempo y las condiciones de vida del pueblo se deterioran, la resultante es una tensión social creciente. Con independencia de la capacidad que el gobierno haya tenido para atenuar las tensiones, si la economía no mejora, la salida por la vía violenta se hace más posible. En el caso de Cuba, por los daños acumulados, ante una salida de esa índole todos, pueblo y gobierno serán perdedores.

Es difícil pensar que en un gobierno que se manifiesta públicamente de forma monolítica, pero que en realidad tiene contradicciones internas, no haya al menos un sector del mismo que lo haya previsto. Creo que la resistencia radica en las responsabilidades contraídas durante más de seis décadas, lo que los hace responsables de todo lo bueno y malo acaecido, además de que han contraído intereses económicos que defienden como cualquier clase social.

Eso podría explicar la terquedad de retener por más tiempo los cambios. Pienso que están entrampados en un callejón sin salida: resolver la crisis y conservar el modelo, algo imposible. Además, todavía el poder está en los que instalaron ese modelo y las figuras nuevas, tengan o no capacidad para los cargos que ocupan, carecen del poder verdadero para dar un giro y responder a las verdaderas necesidades del país.

 

2) Las modificaciones que demanda el modelo social cubano requieren una sociedad civil activa. Sin embargo, esta no podría sumir dicho rol sin determinadas reformas previas que la empoderen. ¿Podría gestionar esta sociedad, con efectividad, dicho protagonismo sin acceso al derecho de asociación, a la esfera pública, a las instituciones del poder? ¿Qué concesiones de esta índole podría ofrecer el gobierno, por iniciativa propia?

La esencia de una sociedad civil activa radica en la autonomía respecto al Estado. Por su naturaleza totalitaria el modelo cubano es contrario a la existencia de ese tipo de sociedad civil. Eso explica la negativa a permitir la libertad de asociación, de reunión y de palabra, requisitos sin los cuales no se puede producir su empoderamiento.

Por lo anterior, la sociedad civil cubana no está en condiciones de gestionar su protagonismo de forma plena. Sin embargo, en la actualidad, con la irrupción de las tecnologías modernas de la información y las redes sociales, comienzan a surgir gérmenes de la sociedad civil alternativas que van ocupando espacios y despertando la conciencia adormecida, lo que marca el camino del empoderamiento, sin lo cual es imposible que la sociedad pueda gestionar su protagonismo.

La iniciativa propia requiere de una voluntad política muy fuerte para dar pasos en esa dirección. El modelo, en mi opinión es irreformable, si se reforma se hunde el modelo y detrás de ese posible hundimiento hay muchos intereses en juego.

Sin embargo, la combinación del empeoramiento, con la incapacidad gubernamental, la ausencia de padrinos ideológicos en la arena internacional, la ausencia de capital para enfrentar una transformación y la imposibilidad de acceder a préstamos internacionales en la cantidad que se requiere, indica, unido a un factor biológico, que el gobierno no tendrá otra opción que cambiar, lo que llevaría a realizar concesiones.

 

3) ¿La actual dinámica de las instituciones del Estado consiguen la relación debida con la sociedad? ¿El modo de ocupar sus cargos públicos (las autoridades) garantiza la debida legitimidad de estos? ¿Posee la ciudadanía instrumentos para convertir la voluntad social en voluntad política del Estado?

Esa dinámica no se puede conseguir en condiciones donde la sociedad es objeto y el Estado sujeto. Para lograrlo se requiere de una modificación profunda de la legislación que otorgue a estas la legitimidad correspondiente.

Las autoridades intentaron blindar el modelo con la Constitución de 2019, la cual no brinda esa posibilidad.

La ciudadanía, como vimos está desposeída actualmente de instrumentos para convertir la voluntad social en voluntad política. Además, el daño sufrido por el modelo totalitario, como es la inexistencia del concepto de ciudadano, lo dificulta, pero todas las condiciones sociales cambian, no son eternas y las de Cuba están cambiando.

 

4) Cuba necesita la plena inserción en el "sistema mundo". Para ello, evidentemente, será fundamental una relación positiva con Estados Unidos. Sin embargo, al parecer las posibilidades para ello correrán sobre la lógica de que Estados Unidos podría estar dispuesto, pero solo en la medida en que la Isla ofrezca realidades de algún modo compatibles con sus intereses y/o visiones. Esto exigiría que Cuba realice grandes transformaciones para que sea realista un arreglo concreto con el vecino del norte ¿Cuáles serían esos cambios? ¿Cómo actuaría el gobierno cubano ante esto? ¿Qué sería posible al respecto?

Las preguntas anteriores guardan una estrecha relación con esta última. Una relación positiva del gobierno cubano con Estados Unidos pasa por la transformación de la relación del gobierno cubano con su propio pueblo.

El orden de la solución debe ser primero entre gobierno y sociedad cubana, que es una necesidad práctica, histórica e insoslayable para la salida de la crisis en que estamos inmersos. Si el Gobierno, por las razones anteriores, se viera obligado a ello, las relaciones con Estados Unidos serían una consecuencia de ese cambio. No se trata de rendición frente al "enemigo", sino del otorgamiento de los derechos y libertades suprimidos al interior.

Por razones geográficas, políticas, económicas e históricas, el diferendo con Estados Unidos ha sido y sigue siendo un gran obstáculo. El gobierno cubano trata con el de Estados Unidos como si él, legítimamente, representara a un pueblo que no ha tenido la posibilidad de elegirlo en elecciones libres y democráticas.

Considero que, sin restarle responsabilidad a las administraciones norteamericanas, la causa principal está del lado cubano. Bastaría que el Gobierno de Cuba permita el empoderamiento de los cubanos y de la sociedad civil para desmontar los argumentos del gobierno norteamericano.

La oportunidad la ofreció la administración del presidente Barack Obama, que desde el poder ejecutivo flexibilizó las relaciones, visitó a Cuba y aprobó seis paquetes de medidas para el restablecimiento de relaciones normales entre ambos países. La respuesta del gobierno de Cuba fue no ceder al interior. El resultado lo sabemos. La administración de Donald Trump aprovechó esa conducta para aumentar las medidas de presión que han acrecentado una situación que ya era insostenible.