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Cuba: del café al café-chicha

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Cuba: del café al café-chicha

Noviembre 02, 2020 - 05:03
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Hoy tanto el café como el café-chicha integran la creciente lista de productos en falta en el país.

Hay modelos político-económicos que han demostrado capacidad para el crecimiento de forma sostenida, para satisfacer las necesidades internas y exportar los sobrantes. Otros, en cambio, han hecho retroceder la economía hasta devenir distribuidores de pobreza, generadores de daños antropológicos y alteradores de la cultura. En estos últimos se ubica el modelo totalitario cubano.

El grano del que se extrae el café, lo produce una planta del género Coffea, perteneciente a la familia de las Rubiáceas. Procedente de la Península Arábiga y/o de Abisinia, mediante el comercio se trasladó hasta Europa y de allí, en la primera mitad del siglo XVIII, llegó a la región del Caribe. De una de sus islas, de La Española, lo trajo en 1748 a Cuba, el comerciante habanero José Antonio Gelabert, quien comenzó a cultivarlo en El Wajay. Aunque otros aseguran que llegó de Puerto Rico en 1769.

Gracias a la ubicación geográfica de Cuba, con una temperatura media que oscila entre los 23 y 28 grados centígrados, y zonas montañosas con altitudes entre 350 y 750 metros, se obtienen granos de calidad valorados entre los mejores del mundo.

Aunque inicialmente fue cultivado por hacendados interesados en diversificar sus producciones, fue a partir de 1791, que gracias a los miles de colonos franceses que arribaron a Cuba huyendo de la Revolución de Haití, los cafetales se expandieron por varias regiones, particularmente por las montañas de las actuales provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo, y por Pinar del Río. En 1827 ya la Isla contaba con 2.067 cafetales.

Hasta ese momento, Haití, que era la primera potencia mundial productora y exportadora del grano, al quedar arruinada por la revolución, los hacendados cubanos ocuparon su lugar y para 1830 se convirtieron en los primeros exportadores de café del mundo, llegando a imponer los precios en muchas capitales europeas.

Paralelo al aumento de la producción creció el consumo interno. Beber el café al amanecer, en los momentos de descanso, después de las comidas y en encuentros de amigos convirtió la bebida en un elemento componente de la identidad cultural, primero del criollo y después del cubano. Un salto que se reflejó en producciones literarias y musicales, como la poesía "La flor del café", de Diego Gabriel de la Concepción Valdés "Plácido" (1809-1844) o en el estribillo "Ay mamá Inés, ay mamá Inés, todos los negros tomamos café".

El crecimiento del consumo disminuyó el volumen a exportar, al punto que obligó a importar para satisfacer la demanda interna. No fue hasta las primeras décadas de la República, con mayor fuerza a partir de 1925, que la confluencia de la subida del precio en el mercado internacional, la política proteccionista que implementó el Gobierno de Gerardo Machado, la influencia de la inmigración española que colonizó territorios sin explotar, el esfuerzo de los cafetaleros cubanos, y las libertades económicas, hicieron que, para 1930 se cubriera la demanda interna y se comenzara a exportar. En 1940 se retomó el papel de principal exportadora mundial, y en 1951 la producción sobrepasó las 30.000 toneladas, una cifra a la que hoy aspira el Gobierno cubano para el año 2030.

El ascenso productivo continuó hasta la cosecha 1960-1961, cuando se produjeron 60.000 toneladas. Sin embargo, 50 años después la cosecha 2010-2011 fue solo de 6.000 toneladas (diez veces menos), lo que obligó a importar otras 18.000 para cubrir las necesidades internas.

En el año 2010 el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro, expresó: "en el próximo año no podemos darnos el lujo de gastar casi 50 millones de dólares en importaciones de café para mantener la cuota que hasta el presente se distribuye a los consumidores, incluyendo a los niños recién nacidos. Se prevé, por ser una necesidad ineludible, como hacíamos hasta el año 2005, mezclarlo con chícharo, mucho más barato que el café, que nos cuesta casi 3.000 dólares la tonelada, mientras que aquel (el chícharo) tiene un precio de 390 dólares".

Eliminados los menores de siete años, el resto de los cubanos comenzaron a recibir un paquetito racionado de 115 gramos al mes, una paupérrima cantidad que alcanza para unas cinco coladas. Sin embargo,  ya no de café, sino de una mezcla al 50% con chícharo. Desde ese momento la gran mayoría de los cubanos no consumen café, sino "café-chicha", que es otra cosa.

Hoy tanto el café como el café-chicha integran la creciente lista de productos en falta. La perspectiva es la desaparición de la cultura cubana, pues las autoridades gubernamentales han adelantado, por la escasez de divisas, que solo se podrá consumir lo que seamos capaces de producir.

En la cosecha 2011-2012 se implementaron algunas medidas que aumentaron la producción en un 10% respecto a la anterior; es decir, se produjeron 7.100 toneladas. Para lograrlo se extendió el tiempo de la cosecha por encima de lo habitual, con el consiguiente perjuicio para la cosecha siguiente. De todas formas, si hubieran logrado crecer sostenidamente al ritmo de 1.100 toneladas anuales se hubieran requerido 29 años para igualar las 30.000 toneladas producidas en 1951.

La cosecha 2013-2014 descendió bruscamente. La de 2015-16 tampoco cumplió el plan. Para recuperar lo perdido se programaron 24.000 toneladas para 2020; pero en 2019 solo se produjo algo más de 9.000 toneladas.

En la Isla se producen las variedades robusta y arábiga. La tonelada de la segunda se cotiza casi al triple de la robusta. Por esa diferencia Cuba exporta la mayor parte de la arábiga bajo las marcas Turquino, Cristal Mountain, Serrano y Cubita, entre otras, y a cambio compra grandes cantidades de robusta para el consumo nacional.

Dos datos son suficientes para develar la naturaleza totalitaria del modelo cubano:

La respuesta negativa del Buró Nacional de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) al anuncio que realizara el Departamento de Estado durante la Administración Obama, acerca de permitir a los productores privados importar café cubano directamente a Norteamérica.

Después de la guerra que devastó a Vietnam, Cuba les envió técnicos cafetaleros para enseñarlos a producir el grano. Ahora le compramos a los vietnamitas miles de toneladas de café, enviamos delegaciones de técnicos cubanos a aprender con ellos y traemos técnicos para que nos enseñen. El secreto: Vietnam introdujo la economía de mercado, Cuba insiste en la economía estatizada y planificada centralmente.

En lugar de rectificar, la última reunión del Consejo de Ministros, celebrada en septiembre de 2020, aprobó nuevas medidas dirigida a "fortalecer" la empresa estatal socialista; mientras la reforma de la propiedad, el establecimiento de micro, pequeñas y medianas empresas con personalidad jurídica, y la liberación del monopolio del comercio interior y exterior, no acaban de encontrar un espacio en la agenda gubernamental.

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